Diario de un estudiante de Bolonia podría ser el título del próximo libro estrella de las editoriales. Ya imagino el argumento: Un joven autónomo en la ciudad de Bolonia -Italia- recorre aventuras trepidantes de triángulos amorosos, incertidumbre y finales trágicos. Vamos, una de esas "neonovelas", que renuevan obras esproncelianas, entre la cultura bohemia y la misoginia más salvaje que es lo que ahora vende.
La realidad es bien distinta. Diario de un estudiante de Bolonia no es una de esas historias, sino la de muchos/as estudiantes que sufrimos las presiones de éste plan educativo.
Todo comienza un día en el que, en plena adolescencia, un hombre -Sí, siempre son hombres- visita tu instituto para regalarte y maravillarte con lo fantástico de Bolonia. Te hablan de prácticas, te hablan de parciales para que sea más fácil aprender la materia te hablan de un Espacio Europeo de Educación Superior, de las Clases reducidas que evitarían las "aburridas" clases magistrales. Te hablan de los cuatro años de duración de la carrera universitaria, y del máster especializado que tienes que hacer después y que, obviamente, lo haces en lo que te guste... Todo son risas y flores hasta que pisas la Universidad.
Ratas de laboratorio
No somos ni la Generación perdida, ni la Generación ni-ni. Somos la 'Generación de laboratorio'.
Llegas a la Universidad con todas las flores que llevas en la cabeza sobre este maravilloso plan educativo. Comienzan las clases, poco a poco te vas integrando en tus clases reducidas de 80-100 alumnos. ¡Qué maravillosas clases reducidas! entre 80 y 100 alumnos, ¿Quién lo diría? y lo peor, si nosotros somos la clase reducida, me pregunto ¿Cómo carajo serían las clases del anterior plan? por lo menos deberían tener entre 500-700 personas en un aula... ¡Una locura!
Pasas la presentación de los profesores. Uno majo, otro borde, una simpática, una insoportable, pero ni una palabra de Bolonia. De pronto y cual secta, te llevan al salón de actos -Ahora reconvertido en un 'Salón de Grados'- para escuchar las palabras de la 'Decana'. Aquí volvemos a encontrar el mismo soniquete que tu traías aprendido de casa: Bolonia es maravilloso, vais a realizar prácticas por un tubo y lo mejor, "disponéis de todo el material de la Facultad para vuestra disposición". Aquí es cuando vuelves a espirar a tomar aire, el hormigueo del estomago se rebaja, se alivia. No te han mentido, Bolonia mola. Piensas: "Lo ha dicho la Decana".
La tontería se te baja de un golpe cuando al salir de ese bochornoso mitín de auto-bombo y con tus energías periodísticas por las nubes, decides ir a por una cámara para realizar tu primer reportaje. Preguntas en Secretaría, de ahí te mandan a un bedel, del bedel te mandan a la tercera planta, de la tercera a la quinta, de la quinta a Secretaría de nuevo y al final, acabas preguntando en reprografía... Durante el camino, te vas repitiendo las palabras cuasi gloriosas de la Decana: "disponéis de todo el material de la Facultad para vuestra disposición...", Finalmente son las trabajadoras de la Limpieza -Que tienen un capítulo aparte, por la explotación laboral a las que son sometidas- las que te indican que debes ir zigzagueando por la facultad hasta que llegas a un hombre -Sí, siempre son hombres- llamado "El becario" -Aunque de becario no tiene nada-. Tras una mañana perdida de planta en planta de la facultad, llegas al becario. Tu cara de ilusión con la que entras a la sala es inversamente proporcional a la cara con la que él te mira.
-Hola, buenos días. Venía a por una cámara.
-¿Has traído la solicitud?
-Pues mire, no me dijeron nada, solo que buscara al "becario"... supongo que será usted.
-Si no tienes solicitud, no te puedo dar la cámara...
-Pero si acabo de hablar con la Decana y nos ha dicho que "todo el material de la facultad está a nuestra disposición..."
-¿Quién ha dicho eso?
-La Decana.
-No, no. Sin solicitud no te la puedo entregar... Además ¿En qué curso estás? -Con una media sonrisa-
-¿Yo?, en primero.
- Debes pedir que un profesor con el que vayas a tener prácticas te firme una solicitud para poder usarlas...
Ahí acaba tu conversación. Una conversación que jamás vas a olvidar. Llegas a casa y decides mirar las asignaturas en el Campus Virtual y te das cuenta que hasta Cuarto, no tienes una asignatura que se llame "Televisión" y que probablemente hasta ese curso, ni las huelas.
Una semana en la Universidad, y de todo lo que me habían contado sobre Bolonia, nada se ha cumplido...
Continuará...
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